1 de julio de 1997

El 1 de julio de 1997, la banda terrorista ETA sufría un golpe perfectamente diseñado por la Guardia Civil, el objetivo era liberar a José Antonio Ortega Lara, funcionario de prisiones que había sido secuestrado 532 días antes.

Julio de 1997 fue un mes que seguramente nos marcó tanto que ni siquiera somos capaces de comprenderlo. En mi caso seguramente fue lo que provocó mi interés por defender las ideas que me parecían más justas, más lógicas y más sensatas. Y digo que fue un mes que nos marcó, porque a los 12 días de la liberación de Ortega Lara, ETA ejecutaba de forma cobarde y miserable a Miguel Ángel Blanco.

Era el año 1997 y en España había que aguantar que la izquierda y los nacionalistas estuvieran siempre vendiendo la matraca de que había una equiparación entre la violencia del Estado (como decían ellos) y la violencia de ETA. Había que aguantar que por llevar una bandera de España te pudieran pegar, insultar o simplemente juzgar como un tipo peligroso y radical, un facha de libro vamos.

Sería bonito volver al pasado para charlar con mi padre, apolítico y crítico con toda la clase de políticos de España pero que, con especial cariño y preocupación siguió el caso del secuestro de ese funcionario de prisiones. Años más tarde, revisando la documentación que dejó tras su fallecimiento, encontré las cartas que se cambió con Ortega Lara y en las que mencionaba (fotos incluidas) la inmensa alegría por saber que se iba recuperando, poco a poco, el que había sido su compañero en el viaje por Europa justo antes de ser secuestrado.

Hace 22 años y parece que nada ha cambiado, lo lógico es pensar que incluso estamos peor, porque ahora ETA sin matar está consiguiendo todo aquello que pretendía a base de plomo y extorsión.

Pero no es así, ahora los españoles tienen una herramienta más al servicio de España, una herramienta que tiene sus defectos, que peca de la ingenuidad propia del adolescente que se enamora en verano por primera vez. Pero una herramienta construida con el material más duro que existe, la convicción. Un partido que nace con el empuje de quien estuvo 532 días secuestrado y que tiene que ver como día sí, día también, lo medios de comunicación lo denominan como «partido extremista». Un partido que tiene como principal líder al que fuera un chaval que se jugaba la vida por defender la Constitución y que ahora es señalado por los medios como «anticonstitucionalista». Un partido que está lleno a rebosar de voluntarios que en tiempos pasados se ofrecieron a rellenar listas en el País Vasco, bajo las siglas de otro partido que hoy les escupe a la cara llamándoles «radicales, fachas y peligrosos».

Ese partido es VOX, el partido de Ortega Lara, el partido dirigido por quienes se enfrentaron a ETA. Por eso cuando pienso si estamos mejor, o peor… pienso que hace 22 años no podías llevar la pulsera de España, pienso que hace 22 años al que levantaba mucho la voz, le silenciaban por la espalda y le dejaban tirado delante de sus hijos. Pienso que hace 22 años los medios de «desinformación» no tenían enfrente un movimiento social que les plantase cara. Hace 22 años no teníamos redes sociales para difundir los mensajes sin la manipulación de lo políticamente correcto. Hace 22 años que lo políticamente correcto se fue adueñando de todo y de todos, hasta hoy.

España se cansó de callar, de tragar, de agachar la cabeza cuando La Sexta, El País, la izquierda, incluso los medios de la conferencia episcopal, todos, le decían cómo tenía que vestir, cómo tenía que expresarse, lo que tenía que pensar y lo que no podía decir en publico. Eso se ha terminado, y estoy contento de que esta historia se haya escrito por las manos de quien las tuvo atadas. Porque sí, niños, que nadie os engañe, siempre habrá buenos y malos.