Paz, Piedad y Perdón.

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¡Hablo incluso para los que no quieren oír lo que se les dice!

La frase no es mía, es de Manuel Azaña, en su discurso al País en el que recordaba que «A pesar de cuanto se hace para destruirla, España subsiste». Pues todo esto sirve para el Partido Popular y la insostenible situación en la que lleva inmerso desde hace años, sin saberlo, o sin quererlo saber. Pero todos estos males germinan en Madrid, la bacteria que se ha comido todo el organismo y que ha permeabilizado un odio hacia las siglas PP como nunca antes visto, ni en tiempos del «no a la Guerra».

Paz para que los dirigentes se centren en trabajar por los ciudadanos, para que no haya más escándalos y para que nadie tenga que sentir vergüenza por llevar un folleto del PP en la mano (si, la gente tiene vergüenza, aunque se hagan los fuertes). Paz para que la ciudadanía no pierda totalmente la creencia de que los políticos trabajan por el pueblo, y paz para que las televisiones dejen de reflejar una España ladrona, vil y mezquina. Porque España es sol, es alegría y es innovación, desde la fregona hasta las células CRISPR. España es lealtad, desde la Reconquista hasta el compromiso con la OTAN. España es un ejemplo en miles de cosas, pero ninguna sale en «prime time» porque el Máster de Cifuentes revienta las audiencias y el pueblo entiende mejor la microeconomía que las grandes cifras, y este caso lo han entendido desde el minuto uno.

Piedad para los vencidos, piedad para todos esos que hicieron del Partido Popular de Madrid un coto de caza en el que abatir «aguirristas», si también para ellos, piedad. Porque una organización no puede estar años disparándose a sí misma sin sufrir las consecuencias. Y las consecuencias son que los demás se hacen fuertes a poquito que hablen, a poquito que aparezcan en televisión. Porque el gran partido de gobierno, se enzarza en navajazos personales entre sus dirigentes por las calles de Madrid haciendo que el Siglo de Oro parezca una película de Disney. Ni Quevedo ni Olivares tendrían nada que hacer con estos políticos de hoy en día, profesionales de la navaja y de la mentira como nunca antes se haya visto. Pero piedad para ellos también, no se puede construir nada sobre unos cimientos inestables, no se puede pilotar sobre terreno enfangado. Cerremos heridas y rememos todos juntos en un barco de lealtad y de trabajo, de sudor y de esperanza.

Perdón por nuestros pecados, por los de nuestros dirigentes, un perdón sin excusas y sin «peros». Un perdón sin ventilador y sin «y tu más». Solamente con ese perdón la sociedad volverá a tener en cuenta al Partido Popular como opción de gobierno, tanto en Madrid como en el resto de España, porque lo de Madrid llega a Cádiz, a Ceuta y a Vigo, llega a Barcelona y a Cáceres, inunda las televisiones en Granada y en Ciudad Real. Lo del PP de Madrid es ya lo del PP. Pidiendo perdón y con humildad se podrá construir un discurso con principios y valores, con éxitos en la economía (por supuesto) pero también con liderazgo, con ejemplaridad y con coraje. Vale ya de líderes débiles y agazapados en sus despachos, Madrid necesita luz y alegría, pero eso solo se puede conseguir con personas limpias, sin pasado dudoso y con muchas ganas de trabajar por algo diferente.

Porque la palabra era DIFERENTE señora Cifuentes, no era «nuevo», porque llevando 30 años en una organización no puedes liderar nada nuevo, pero si diferente. Hagamos un partido diferente a este modelo, hagamos un Partido con principios y sin complejos, que luche por la unidad de España sin miedo, que luche por su independencia judicial en Europa sin excusas y que defienda a todos los españoles, sean de donde sean.

De esta colección de males saldrá algo bueno, entre todos tenemos que cerrar heridas y trabajar por los ciudadanos pero mirando y cuidando mucho más si cabe a los afiliados, que son el pulso de la sociedad y los que se baten por las ideas. Pensad en lo que ha ocurrido y pensad si queremos que se repita o cambiarlo, pensad. Paz, piedad y perdón.

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